MUSSI SIGUE SIENDO EL POLÍTICO MAS FUERTE DE BERAZATEGUI
Si bien puede señalarse que bajó mas de 20 puntos en comparación a las generales de 2019, en la actual coyuntura que se vivió en la provincia de Buenos Aires en los días previos a las Legislativas del 14-11, Juan José Mussi demostró ’oficio’ para enfrentar la adversidad que inicialmente encendió las alarmas el pasado 12 de setiembre.
El descontento general, el malhumor social, la pobreza incipíente y -por sobre todo- la incontrolable inseguridad, fueron piedras cada vez mas grandes que rodaron en medio del camino hacia las urnas, males éstos que para nada estuvieron ausentes también en Berazategui.
Pero tras el magro resultado de setiembre último, que apenas acarició el 42% de los votos, lejos de amilanarse el histórico Juan José Mussi armó un equipo estratégico en el cual no estuvieron ausentes profesionales en la materia, quienes presentaron un plan para recuperar el voto perdido, el ausente y el indeciso.
Mientras tanto, la fuerza ‘Juntos’ escalaba mas arriba del 30% y el FIT casi como que tenía una banca representada en el Ayuntamiento local.
Pero el mussismo ‘se jugó el resto’.
No podía ser que Mussi, tras 34 años de controlar políticamente el distrito, sucumbiera ante la fuerza que traccionaban Diego Santilli y Facundo Manes.
El trabajo fue casi quirúrgico.
Se eligieron los horarios en los cuales podían llevarse las boletas del ‘FdT’ pero evitando la charla frente a frente con el vecino, que sin dudas dispararía una serie de quejas y enojos, difíciles de responder positivamente.
Todos los barrios fueron ‘peinados’. Se sabía -por un trabajo de inteligencia hecho sobre los padrones de las escuelas- quien votó y quien no.
Se buscó a cada ausente en las guías telefónicas de internet y se llamó a muchísimos vecinos preguntándoles ‘sutilmente’ los porqué no fueron a votar.
Había que hacerles sentir que «los tenían identificados», una sutil manera de presionar sin ser detectados en esa actitud…
Se trabajó muy a fondo sobre los 14.500 extranjeros que votaban en el distrito; se trabajó mucho en la tercera edad, especialmente en los que no tienen la obligación de ir a votar.
Decenas de remises iban y venían buscando a esas personas. Los recursos estaban, La acción estaba. Faltaba la planificación. Estuvo.
LA PELEA INTERNA
Frente a ésto, la pelea intestina de Julián Amendolaggine que impidió hacer campaña por toda la lista.
El funcionario de Tres de Febrero sabía que con el ‘oleaje’ de la provincia, alcanzaría para ingresar tres concejales. Como mucho, cuatro…
¿Porqué? Porque sus planes de jugarse a la intendencia en 2023 solo le serviría si no estaban ni Héctor Ravelo ni los Radicales (recordamos que Dante Morini es peronista) de manera que ni siquiera pintaron paredones, ni trajeron para reforzar la campaña a Martiniano Molina («nadie me invita» dijo el cocinero quilmeño a quienes le reclamaban que baje a Berazategui para reforzar la campaña).
Hábil como pocos, el ‘ojo de águila’ de Mussi vio el ‘internismo’ en el macrismo local, y no dejó vericueto sin recorrer, para sumar votos.
Finalmente, el 14-11 Mussi sumó lo que buscaba y necesitaba. 16 puntos lo diferenciaban ahora de aquel frente que le quitó la sonrisa el 12-9.
Juan José Mussi, a los 80 años, revalidó -y con creces- sus pergaminos frente a sus contrincantes que menoscabaron al viejo líder peronista, que ganó aún frente a la traición de los movimientos sociales como ‘La Cám-pora’, ‘KoLiNa’ y el ‘Movimiento Evita’.