La situación entre los grandes empresarios de la alimentación y el Gobierno Nacional, se tensa cada vez mas a medida que se desboca la incontrolable inflación, máxime que desde la cartera de Massa amenazan con más multas en camino.
VISIONES PARECIDAS
En abril último, Inglaterra anunció la mayor tasa de inflación de los alimentos en los últimos 45 años.
En una economía con una inflación de un solo dígito anual, el precio del azúcar se incrementó 47,4% en los últimos 12 meses; los huevos aumentaron el 37%, el aceite de oliva, un 36,4%; mientras que el litro de leche y los quesos, entre un 30,3% y un 34%.
La cuestión, lógicamente, encendió una gran polémica en una sociedad acostumbrada a la estabilidad total, pero que ahora observa, indefensa, la pérdida del poder adquisitivo.
Andrew Bailey, titular del Banco Central de Inglaterra, enfocó su análisis en la práctica de los fabricantes de alimentos, como forma-dores de precios: «Están agrandando sus ganancias», dijo Bailey.
EN ARGENTINA…
En Argentina, el proceso inflacionario lleva varios años. La inflación sólo amagó con desacelerarse en 2020, durante la pandemia. Superado el trance, «revivió» con toda la potencia.
Obviamente, en nuestro país, el debate sobre el origen y la aceleración de los precios excede lo que se está viendo en Inglaterra.
Acá, el solo hecho de que el Banco Central se quedara sin dólares suficientes para pagar las importaciones y la brecha cambia-ria, aparecen como una de las principales causas de esa dinámica.
Y mientras crece la especulación en comerciantes y empresarios, el Gobierno comenzó a repartir multas por faltantes.
La secretaría de Comercio Interior anunció multas a las líderes Mastellone y Unile-ver, por «incumplir con el programa de Precios Justos, y colocar en el mercado productos similares a valores más altos».
En el primer caso, el castigo fue por 60 millones de pesos, mientras que a la compañía especializada en limpieza, de 160 millones de la moneda criolla.
Pero desde el Palacio de Hacienda ya hicieron saber que hay más multas para las empresas incumplidoras, aunque por montos menores que trepan a un máximo de 4 millones de pesos.
Así, fueron sancionadas firmas como Clorox, Nestlé Argentina, Mondelez, Arcor y Dano-ne.
Algunas de esas medidas ya fueron informadas a las compañías.
Sin embargo, las penalizaciones a las empresas no resuelven ningún problema de la dinámica inflacionaria.
Los especialistas apuntaron que «Hay que analizarlo como una de las últimas herramientas que el ministro tiene a mano, para demostrarle a la sociedad su preocupación extrema por la excesiva suba de los precios de los productos de la canasta básica».
Pero desde las compañías, retrucan a Massa. Ejecutivos de compañías líderes dieron cuenta de la realidad: «Una economía que no puede darle mayores certezas a esas empresas, como así tampoco a los consumidores – trabajadores, y que en ese contexto se toman medidas defensivas».
AGRANDAR STOCK
ESCONDIENDO MERCADERÍAS
Uno de los Ejecutivos de más trayectoria en el mercado del consumo masivo, gerente en una compañía líder de la alimentación, lo resumió de forma concreta: «La reposición de mercadería está muy rara».
En los hechos, eso se plasmó en que «las empresas no reparten todo lo que le piden. Se guardan stock. Hay un inevitable juego financiero de los stocks, sobre todo con los alimentos ‘secos’, que son los que se pueden guardar en los galpones porque tienen un vencimiento largo», aclararon.
CONSTANTES CAMBIOS DE PRECIOS
Observadores dicen que «ante el constante cambio de precios, los supermercados analizan exhaustivamente cuándo reponer la mercadería».
Lo concreto es que «a las grandes compañías no les conviene tener demasiados pesos dando vueltas en la calle», como suele decirse en la jerga.
«Los empresarios prefieren retener la mercadería, vender lo justo y necesario para ha-cer frente a los costos y a no perder ‘market share’, pero hoy es más importante el trabajo que hacen los gerentes financieros que los vendedores en las empresas» dieron a conocer fuentes ligadas a los grandes complejos empresariales de la alimentación.
Por ese motivo, es cada vez más común apreciar góndolas semi vacías, con agujeros muy notorios en los supermercados, y también en los comercios de barrio.
«Entregan mucho menos de lo que se les pi-de», reclama un conocido mayorista.
«Hay toda una pulseada entre los industriales y los comerciantes por ese stock», agregan
Las grandes cadenas cuentan con galpones gigantes para stockear mercadería.
Un fenómeno que suele acrecentarse hacia fines de mes, justo antes de la llegada de las nuevas listas de precios.