LA CORTE SUPREMA VA PONIENDO TODO EN SU LUGAR
Finalmente y echando por tierra muchas apuestas hechas sobre el tema, la Corte Suprema resolvió -por mayoría de votos de los doctores Rosatti, Rosenkrantz y García Mansilla- que Ariel Lijo debe renunciar a su cargo de Juez Federal, para asumir como juez «en comisión» en la Corte Suprema.
Una «decisión de puro sentido común2 frente a la cual, igual, el gobierno sintió el golpe y que dejó tildado al flamante integrante de la Corte García Mansilla como traidor», ya que lo menos que se suponía en Casa de Gobierno es que se abstuviera.
Más allá de los desacuerdos con el modo en que García Mansilla se sumó a la Corte, es posible que pueda legitimarse en el cargo provisorio, mediante la calidad de sus votos en las causas en las que intervenga, mostrando que «responde a su convicción y no a la conveniencia del Poder Ejecutivo», como fue su voto en el caso ‘Lijo’.
Ahora, al gobierno sólo le queda la posibilidad de que el Senado le conceda su acuerdo para integrar la Corte y García Mansilla quede en una suerte de limbo del provisoriato.
Es probable que el Senado trate a la brevedad el pliego de Lijo, que tiene dictámen de comisión y, si no reuniera la mayoría para conceder el acuerdo, dos tercios de los presentes, obviamente la designación en comisión quedaría de hecho sin efecto.
En una Democracia consolidada con tantos años de ejericicio ininterrumpido (desde 1983…) es imposible pensar que un abogado, sin acuerdo del Senado (que implica un rechazo) pudiera permanecer en la Corte por decisión exclusiva y excluyente del Poder Ejecutivo.
El Senado de la Nación podría tratar sobre tablas, con la mayoría necesaria, el pliego del Dr. García Mansilla y, si no le concediera el acuerdo, es obvio que ‘ipso jure’ cesaría en su cargo.
Si el Poder Ejecutivo retirara el pliego del Dr. García Mansilla, su designación ‘en comisión’ quedará vigente hasta el 30 de noviembre próximo, salvo que en ese lapso el Poder Ejecutivo presente otro postulante y el Senado le conceda el respectivo acuerdo.
Esto significa que el Dr. García Mansilla tendría ‘estabilidad’ que no podría ser vulnerada por el Poder Ejecutivo revocando su designación, como alguien imaginativo la habría pensado.
La bronca del Ejecutivo es obvia; creían que García Mansilla, Lijo y Lorenzetti conformarían una mayoría automática.
No pudo ser.
«Es probable que al Dr. García Mansilla su vanidad le haya jugado una mala pasada, pero ya mostró respeto por sus convicciones e independencia de criterio, no será un ‘juez ensobrado ni sospechado’, condición necesaria para ser Juez» destacan los principales observadores..
Ahora la responsabilidad política ante la República está en el Senado de la Nación, que deberá considerar el acuerdo a Ariel Lijo.