AHORA, LA CRISIS SE TRASLADÓ AL PJ
No pocos analistas creen que si hay un resultado electoral que necesita ser explicado, posiblemente sea el del 26/O.
El 40,74% obtenido el domingo por La Libertad Avanza no aglomera tantas dudas.
Pero las pefilaciones de muchos periodistas políticos, plantean que ni Diego Santilli en Buenos Aires, ni Gonzalo Roca en Córdoba, ni Agustín Pellegrini en Santa Fe, quienes encabezaron las listas de diputados nacionales en esas provincias, tenían una posibilidad de convocatoria suficiente como para ganar la elección.
Y ahí entonces, se disiparon las dudas de que el voto se direccionó hacia Javier Milei, como un respaldo a su propuesta de avanzar por sobre la crisis mediante una serie de acuerdos con la administración de Donald Trump.
Mirando fijamente lo ocurrido entre el 7-S, día de la derrota libertaria en Buenos Aires ante Fuerza Patria, hasta el 26-O, el gobierno descendió por una pronunciadísima pendiente, en el cual el «coimagate» se popularizó y el «narcogate de Espert» rebalsó el vaso, mientras el consumo siguió cayendo y la inflación empezó a subir de nuevo.
Todo indicaba, hasta ahí, que estaban dadas las condiciones para un supuesto «voto castigo masivo».
Pero algo ocurrió en el medio de todo esto: Donald Trump, en dos ocasiones, habló de la situación de Argentina con extrema crudeza.
Primero dijo que «no habría salvataje financiero si Milei perdía las elecciones» y luego pintó un panorama mas extremo. Dijo que «los argentinos nos estamos muriendo y luchando para sobrevivir».
Estas tremendas definiciones podrían haber provocado, en un amplio espectro de votantes del centro-derecha, una reacción extrema.
Las listas de Milei defendían lo indefendible, pero la derrota del gobierno podría implicar el caos económico.
Por lo tanto, convendría votar lo invotable. Y eso fue lo que ocurrió.
Cómo contrapartida a la crisis de la gestión Milei, el Peronismo -sobre todo en Buenos Aires- se cruzó de brazos y casi no hizo campaña y sobre todo optó por no plantear una sola opción al discurso del presidente. Y esta pasividad la pagó cara.
Todo esto sin mencionar que el PJ, sabiendo que la mayor parte de la clase media rechaza a Cristina Kirchner, se puso a hacer la campaña «Cristina Libre» en medio de la campaña electoral. O sea, una máquina de ahuyentar votos.
El corrimiento de votos se sintió también en el distrito más atípico: La Capital.
Aquí se veía venir una fuga de votos del ma-crismo hacia Ricardo López Murphy y otras opciones, pero a último momento esto se frenó.
Con los números del 26/O, Milei sí cuenta con un tercio de diputados para blindar sus vetos y podrá viajar el 5 del mes próximo a los EE.UU. con un séquito de gobernadores que le servirán de garantes ante Trump y Scott Bessent.
El atraso cambiario sigue siendo difícil de sostener, y las intervenciones de comprar pesos, de EE.UU. pueden convertirse en un búmerang.
Además, la victoria del 26 de octubre hará que el Gobierno «barra debajo de la alfombra» los escándalos de corrupción que degradan internacionalmente al país.
Como muestra, en su discurso post votación, Milei elogió a Martín Menem, del cual intentó despegarse en las últimas semanas.
En lo inmediato, la manifestación de la crisis se traslada a un peronismo confundido, apabullado y paliceado en las urnas.
Es muy probable que Cristina Kirchner intente tomarse revancha de Axel Kicillof diciendo que «éste se equivocó al desdoblar las elecciones en Buenos Aires», porque sería obvio que los intendentes del PJ, que ya obtuvieron sus réditos el 7-S, no se habrían movilizado entonces para repetir el mismo resultado.
Cristina y La Cámpora parecen no tener ahora en formación, un candidato presidencial para el 2027, excepto que lo lancen a Juan Grabois, que no parece tener ninguna afinidad con la mayor parte de los gobernadores peronistas, que suelen parecerse a caudillos conservadores.
Lo cierto es que el venidero18 de diciembre vence el mandato de Máximo Kirchner y que esta derrota haría estallar una dura interna por el control del partido más grande del país.
