LA AVALANCHA DE CANCIONES CREADAS CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL, GOLPEA DURO LA INDUSTRIA MUSICAL
El servicio musical digital Spotify se vino llenando de canciones hechas por inteligencia artificial (IA) y en los últimos días ha borrado decenas y decenas de miles de ellas, en un intento de frenar la avalancha de fraudes. Sin embargo, el mayor negocio de streaming de audio del planeta defiende que las eliminaciones no se dieron por el origen artificial de la música, sino más bien por una trampa que las usa para cobrar derechos de autor a nombre de cuentas fraudulentas.
Mientras la plataforma musical no semeja estar preocupada por repartir canciones hechas con IA, se ha hecho público lo que puede ser el primer caso de venta de novedades musicales aparentemente filtradas ya antes de su lanzamiento, mas que realmente eran temas falsos, creados por inteligencia artificial con la voz del vocalista y productor Frank Ocean.
El negocio fraudulento se generó en una frecuentada comunidad de coleccionistas de música en Discord, conforme ha destapado el portal Vice, que ha revisado mensajes y publicaciones del propio foro de discusión. En comunidades como esta, los estafadores avizoran a los entusiastas que aguardan deseoso nuevos lanzamientos de sus ídolos y a los coleccionistas, que frecuentemente adquieren de forma privada canciones que pueden haberse filtrado ya antes de su estreno oficial.
Los miembros de estas comunidades están preocupados: «Esta situación ha hecho mella en la credibilidad de nuestro servidor, y tendrá como consecuencia la desconfianza hacia cualquier vendedor nuevo y no verificado en todas estas comunidades», afirmó Gamma, el dueño de un servidor de Discord que compendia grabaciones nuevas de Frank Ocean.
El estafador ha afirmado al portal estadounidense que aun contrató a un músico para generar las 9 armonías, con las que facturó trece dólares estadounidenses canadienses.
Es una operación que busca hacer negocio, repitiendo patrones de precedentes experiencias.
El mes pasado una supuesta canción de Drake y The Weekend, generada con un software llamado SoftVC VITS, se viralizó en las redes hasta el momento en que fue borrada por Tiktok, YouTube y Spotify.
Las decenas y decenas de miles y miles de canciones eliminadas ahora de Spotify habían sido generadas a través de Boomy, una plataforma que usa inteligencia artificial gene-rativa para crear música con solo unos pocos clicks en cualquier navegador de inter-net.
El motivo, realmente, es pues esta IA favorece el llamado streaming artificial: una trampa que usa bots para hacerse pasar por oyentes humanos y así inflar el número de reproducciones de las canciones (o para crear nuevas listas que poseen esas canciones) y así producir regalías a los titulares de sus derechos.
Eso supone que los temas producidos artificialmente, sin músico o productor humano, terminarían así recibiendo los in
gresos por derechos de autor que habrían de estar destinados a artistas.
Según se ha informado en Europa, la supresión afectó a un siete% del total de canciones de Boomy libres en la plataforma.
El fenómeno de esta trampa no es nuevo.
Antes de que el nacimiento de las herramientas de IA generativa sacudiese el mercado musical, Spotify ya advertía a los artistas que escaparan de ofertas de servicios para promocionar su música a través de bots.
En un vídeo publicado en su canal de Youtube el año pasado, especialistas de la compañía explicaba los peligros en un largo plazo de estar vinculado a la adquisición de streams, que pueden acarrear la exclusión de las canciones de Spotify y la retención de los ingresos por derechos de autor.
El inconveniente está de forma directa ligado al propio modelo de negocio de las plataformas de streaming como Spotify o Apple Music, que distribuyen las regalías basándose en el número de reproducciones de las canciones.
El tema ha escalado en los últimos meses debido a explosión de la oferta servicios que prometen éxito en esas plataformas por medio de la venta online de reproducciones de playlists.
Basta con hacer una busca veloz en Google por «comprar streams en Spotify» para hallar multitud de anuncios, aun de sitios españoles, que prometen exposición y visibilidad sencillamente y asequible.
En uno de ellos, mil reproducciones en Spotify cuestan menos de 5 euros.
Con canciones generadas por computador, sin recurso artístico, y reproducidas una y otra vez por bots, los farsantes han ganado terreno en Spotify, que ahora busca la manera de frenar estos fraudes, si bien no haya concretado de qué forma hacerlo.
«El streaming artificial es un problema que afecta a todo el sector desde hace mucho tiempo y que Spotify está tratando de erradi
car», declaró últimamente un portavoz de la compañía.
En Francia, un estudio llevado a cabo por el Centro Nacional de la Música, descubrió que «entre el 1% y el tres% de toda la música reproducida en las plataformas de streaming más populares en ese país había sido pedida por bots. Esta cifra, de dos mil veintiuno, supone un número estimado de entre mil y tres.000 millones de reproducciones falsas».
Tal y como precisa en su web, «Boomy tiene los derechos de autor de todas y cada una de las canciones creadas en su plataforma, si bien los usuarios reciben el ochenta% de los derechos de distribución».
Así que pueden usarlas para fines de tipo comercial y no comerciales, como en un vídeo para las redes sociales o en un podcast.
Con la reciente exclusión, Spotify dejó de publicar nuevas canciones de esta empresa a lo largo de solo 5 días.
Si no se controla la reciente y explosiva evolución de la IA generativa, va a haber una avalancha de contenidos no deseados.
Más de catorce millones de canciones han sido creadas con Boomy, que nació hace un par de años. Su receta es fácil y afín a otras herramientas que emplean inteligencia artificial generativa.
El usuario puede escoger un estilo, como música electrónica o lo-fi, y los instrumentos base. Luego, es posible amoldar los ritmos y el usuario puede aun incorporar una voz, suya o de cualquier otra persona. En menos de un minuto, el programa produce una canción presuntamente original, que puede ser compartida o descargada.