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BALLOTAGE ENTRE LA CAMPAÑA DEL MIEDO DE MASSA, Y UN DESDIBUJADO MILEI

Dentro de unas pocas horas, el país entero definirá en las urnas, quien será el próximo presidente de la Nación por cuatro años. Y solo dos contendientes tendrán la oportunidad de ser sometidos al escrutinio de la Democracia.
La última vez que Argentina pasó por esto, fue en 2003, cuando Carlos Menem y Néstor Kirchner debieron ir al ballotage por no haber alcanzado -ninguno de los dos- los porcentajes necesarios para una primera vuelta. Menem sacó el 25% y Kirchner, el 22% de los votos. En el período que corrió entre las generales y la segunda vuelta, la mayoría de los opositores hicieron público que apoyarían a Kirchner, lo que empujó a Menem a ‘bajarse’ del ballotage.
Kirchner se convirtió así, en el presidente de la Nación que asumió con un mínimo porcentaje de votos. Fue Jefe de Estado con solo el 22% de los sufragios…
20 AÑOS DESPUÉS
Veinte años después, aparece en escena nuevamente una segunda vuelta, pero ésta vez con una asombrosa dispersión de ideas y criterios políticos, mezclados con traiciones y hasta dudas sobre acuerdos secretos para beneficiar a uno de los candidatos.
El debate presidencial del domingo último, tuvo dos capítulos claramente diferenciados. En la primera parte del mismo, Javier Milei desistió de cortar la ola de preguntas que le disparó Sergio Massa, y hasta se olvidó de explotar las múltiples vulnerabilidades del oficialismo gobernante. Extrañamente lento de reflejos, el libertario dejó correr los minutos y hasta perdió agresividad en su propio tema, la economía.
Massa perdió todo respeto a las reglas del debate y con un inocultable guiño de los organizadores, se dedicó a preguntar «por sí o por no».
En la segunda parte, Milei volvió a «sus mejores tiempos» de orador de barricada y arrancó explotando las debilidades del kirchne-rismo, aunque -extrañamente- no hizo referencia a Cristina Kirchner. Massa se puso entonces a la defensiva y trató de escapar hacia «las propuestas para el futuro».
Una vez más, tomaron relieve las diferencias de los primeros debates. Massa mostró un mayor oficio de ‘funcionario’ mientras que Milei «acreditó más solvencia económica».
Ese día, sin embargo, apareció en escena un problema mas serio que la pelea desde sus atriles.
Con diferencia de pocas horas, la Junta Electoral Nacional y la Junta Electoral de Buenos Aires se cubrieron ante la sociedad.
Los dos máximos organismos judiciales, puntualizaron que, sobre todo en Buenos Aires, «La Libertad Avanza entregó para las mesas de votación aproximadamente un cuarto de las 350 boletas que pueden entregarse por cada mesa». Teniendo en cuenta que los libertarios tendrán arriba del 40% de los votos, esto quiere decir que faltarían alrededor de 100 boletas por mesa.
«En muchos casos -señaló la justicia electoral- hasta tuvieron que usarse las bolsas de boletas de contingencia para cubrir las mesas».
Así las cosas, la justicia electoral dejó en claro que «el gigantesco faltante de boletas deberá ser cubierto por las boletas que lleven los fiscales partidarios. Estos deberán reponer ni bien empiecen a faltar».
Pero deberán tener cuidado, ya que en el pentágono de Javier Milei, tienen previsto que «el kirchnerismo realizará un multimillonario robo de boletas para impedirle a los oposi-tores votar».
En síntesis, lo que la justicia parece estar advirtiendo es que se desataría una guerra en torno a realizar o impedir el vaciamiento de boletas libertarias.
La dirigencia del PRO, más curtida en estas lides que los hombres de Milei, estaría advirtiendo que la elección puede tener una con-flictividad sin precedentes.
EL MIEDO, PROTAGONISTA
En tanto, la «campaña del miedo» desplegada impiadosamente y sin escatimar la utilización de los recursos del Estado por parte del Gobierno y de los opositores a la candidatura de Javier Milei, no registra antecedente similar en la historia de la República Argentina.
Para los observadores mas avezados, «el golpe bajo que intentan asestar al oponente para derribarlo reafirma acabadamente la carencia de proyectos y de planes de gobierno de parte de Sergio Massa y robustece su indiscutible nivel de mediocridad, impotencia e incapacidad».
Desde los batallones libertarios, la proclama no se hizo esperar: «Ante el odio, la mentira y la incertidumbre que nos brinda el triste escenario de la realidad, los ciudadanos que con anterioridad no votaron a Milei por miedo a estar mal, actualmente deberían decididos a optar por Milei por miedo a estar peor».
MASSA Y CRISTINA
A esta altura, pocos dudan de que, en caso de ser presidente, Sergio Tomás Massa concentrará en su persona, la conducción del Peronismo y que Cristina Kirchner quedaría en una posición marginal.
Pero aún así, no está tan claro qué es lo que pasará en caso contrario.
Un Massa derrotado y ya sin el ministerio de Economía en sus manos, podría sufrir las limitaciones propias de contar sólo con su sector, el Frente Renovador, ya que los gobernadores y los intendentes del PJ difícilmente apoyen a un perdedor.
En este cuadro, con Massa y Cristina sin cargos institucionales, pasaría a tener un «rol estelar» Axel Kicillof, que entrará en su segundo período como gobernador y ya no puede aspirar a otra reelección -se lo prohíbe el artículo 123 de la Carta Magna bonaerense- así que sería probable entonces, que la misma CFK le dé ‘vuelo’ a un hipotético lanzamiento de ‘Axel 2027’, aunque habría perspectivas en el kirchnerismo de que sea antes si Javier Milei entra en la ingobernabilidad.
La pregunta es si, con un Massa golpeado, Cristina aprovecharía entonces para retomar su liderazgo y gerenciar el proyecto Axel. Las características de fuerte personalidad de Milei generan condiciones ideales para antagonizar con la condenada ex presidenta.
Y ella necesitaría también ocupar un lugar central para así victimizarse ante la inminencia de una nueva tormenta judicial en las causas por corrupción.
Son muchos los que opinan que a Cristina le conviene ser la cabeza de la oposición ante Milei, antes que el furgón de cola del gobierno de Massa.

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